Me gustan las mujeres con botas,
las que eligieron estar cómodas
ante el glamour de los tacones,
las que pueden guardar el celular en la cartera
y dejar de girar alrededor del sol,
las que miran a los ojos
sin posar para el flash,
las que prefieren conversar
sobre la galaxia espiral de Andrómeda
o la coherencia erótica del país las mujeres
en vez del peso de Verónica
o la moral de Manuela.


Las que brincan en la cama,
las que bailan por bailar,
las que besan sin calcular las calorías,
las que se saben aflojar el cinturón,
las que dan teta en el parque
y saben pintar una Paloma
con los labios pintados de rojo.

Las que a pesar de las amenazas omnipotentes
comieron de la manzana prohibida,
las que envejecen con orgullo
y se celebran con antojo,
las que sin capa ni poderes
podrían salvarnos de nosotros mismos. 

- Adal Hernández

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